6 de enero de 2018

Rumi, el gran poeta persa

Rumi fue un poeta místico musulmán de Persia, cuyo nombre completo es Yalal al-Din Rumi. Aunque nació en Balkh (Korasán), su vida estuvo ligada a la ciudad de Iconio (actualmente Konya), en Turquía. Fue allí donde tomó el nombre de Rumi, sustituyendo a su original Mohamed, en honor del sultán Alauddín —comúnmente llamado Rumi— que invitó al padre del poeta a establecerse con su familia en la ciudad de Iconio cuando se vieron forzados a huir de la invasión mongol.

Tras morir su padre en 1231, Rumi viajó a Alepo y Damasco para estudiar ciencias naturales, pero fue en Iconio donde terminó sus estudios científicos y completó su formación literaria. En esta ciudad tuvo como maestro espiritual al místico Shamsuddín, cuyas enseñanzas lo impulsaron a convertirse él mismo en maestro, fundando la orden sufí de los mewlevís, cuyo sistema organizativo fue llevado a cabo posteriormente por su hijo Sultán Valad, también poeta místico. Entre las prácticas de esta orden ha llegado a ser muy conocida la danza ritual que realizan los derviches, girando sobre sí mismos y alrededor de un punto central hasta completar un total de cuatro movimientos distintos. Estos giros representan el movimiento de las esferas celestes y el encuentro del alma con Dios y consigo misma. Es un símbolo del amor de Dios hacia todas las cosas y el amor del sufí hacia Dios.

Rumi escribió numerosas composiciones poéticas (más de 40.000 versos) que recopiló en seis libros agrupados bajo el título de Mathnawi (“La búsqueda mística”). Las historias y los poemas que recogen sus enseñanzas calaron profundamente en el mundo islámico, lo que hace que éste considerado uno de los mejores poetas sufís de Persia. El Mathnawi es una colección de preceptos éticos dedicados muchas veces a los derviches; su gran calidad literaria y la profunda espiritualidad que reflejan lo han convertido en un libro venerado por los fieles sufís.

Como en otras escuelas del misticismo musulmán, Rumi consideraba el cuerpo y la vida terrenal muy inferiores al espíritu. En sus enseñanzas enfatiza la importancia del “espíritu divino” (ruh) presente en el hombre, ya que es lo que el ser humano recibe generosamente de la divinidad. Por eso el amor del hombre hacia Dios debe ser infinito.

La influencia de este hombre dentro del sufismo fue enorme, y ya desde el momento mismo de su muerte fue venerado como santo. Aún hoy en día su sepulcro en Konya (antigua Iconio) sigue recibiendo a numerosos fieles que acuden en peregrinación, y muchos de sus seguidores aseguran sentir su presencia cercana.


Fuente:
* http://www.mcnbiografias.com


No hay comentarios :

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.

Creative Commons License
Paseando Por la Historia está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España.